domingo, 28 de abril de 2013

JESUS fuente del agua de la vida


domingo, 7 de abril de 2013

INVITADO ESPECIAL SERVICIO ABRIL 11/13


CUANDO DIOS PARECE DISTANTE


Por Rick Warren





Dios es real, sin importar cómo te sientas.

Cuando las cosas marchan bien en nuestra vida, es fácil adorar a Dios.
El grado de adoración más profundo es adorar a Dios a pesar del dolor: agradecer a Dios durante una prueba, confiar en Él durante la tentación, aceptar el sufrimiento y amarlo aunque parezca distante.

En el caso de nuestra amistad con Dios, no siempre nos sentimos cercanos a Él.

Para madurar nuestra amistad, Dios la pondrá a prueba con periodos de aparente separación: Momentos en que sentiremos que nos abandonó o nos olvidó. Dios parecerá estar a millones de kilómetros.
Aparte de Jesús, David fue quien posiblemente tuvo más amistad con Dios. El Señor tenía el placer de llamarlo“un hombre conforme a mi corazón”. Sin embargo David con frecuencia se quejaba de la aparente ausencia de Dios:”Dios mío, ¿por qué te quedas tan lejos? ¿Por qué te escondes de mi cuando más te necesito?”. “Dios mío Dios mío por qué me has abandonado? Lejos estás para salvarme, lejos de mis palabras de lamento”.

Por supuesto Dios no había dejado a David, como tampoco te dejará a ti. Ha prometido varias veces, “nunca te dejaré ni te abandonaré”. Pero Dios no te promete:”siempre sentirás mi presencia”.

Cuando sentimos a Dios distante, la verdad es que nada está mal. Es una parte normal de la prueba y la maduración de nuestra amistad con Dios. Esta situación es dolorosa y desconcertante, pero es absolutamente vital para el desarrollo de la fe.

Pero ese sentimiento de abandono y distanciamiento de Dios no suele tener nada que ver con el pecado. Es una prueba de fe, una que todos debemos enfrentar. En realidad, Dios suele retirar nuestros sentimientos para que no dependamos de ellos.

La omnipresencia de Dios y la manifestación de su presencia son dos cosas distintas. Una es un hecho, la otra es un sentimiento. Dios está presente siempre, aunque no estemos consientes de Él, su presencia es demasiado profunda para medirla con meras emociones.

Sí, Dios quiere que sientas su presencia, pero prefiere que confíes en Él aunque no lo sientas. A Dios le agrada la fe, no los sentimientos.

Las situaciones que más apelarán a tu fe serán aquellas cuando tu vida se derrumbe y no puedas percibir a Dios.

¿Cómo podemos alabar a Dios cuando no entendemos lo que pasa en nuestra vida y Él calla? ¿Cómo mantener el vínculo en medio de una crisis si no hay comunicación? ¿Cómo mantener la vista en Jesús cuando nuestros ojos están llenos de lágrimas?Hagamos lo que hizo Job cuando lo perdió todo: familia, salud, negocio, todas sus posesiones:“Se dejó caer al suelo en actitud de adoración. Entonces dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo he de partir. El Señor dio, el Señor ha quitado. Bendito sea el nombre del Señor”.

¿Sabes que reconocer tu desesperanza ante Dios puede ser una afirmación de fe? Es posible confiar en Dios y sentirse afligido al mismo tiempo. David escribió:” Aunque digo: Me encuentro muy afligido, sigo creyendo en Dios”. Recuerda las verdades eternas de Dios: Él es bueno, me ama, está conmigo, sabe lo que me pasa, se interesa en mí, tiene un plan para mi vida. Raymond dijo:”Nunca dudes en la oscuridad lo que Dios te dijo en la luz”.

Durante las épocas de sequía espiritual debemos depender pacientemente de las promesas de Dios y no de nuestras emociones, debemos reconocer que nos está conduciendo a un grado más profundo de madurez. Una amistad basada en emociones es, sin duda, superficial.

Gracias a que confiaba en la Palabra de Dios, Job pudo mantenerse fiel, aunque nada parecía tener sentido. Su fe era fuerte en medio del dolor:” Dios podría matarme, pero todavía confiaría en Él”.

Recuerda que el Hijo de Dios murió por ti. Ese es el motivo más importante de la adoración. Por desgracia olvidamos la crueldad del sacrificio y la agonía que Dios sufrió en nuestro lugar. Incluso antes de la crucifixión al Hijo de Dios lo desnudaron y lo golpearon hasta dejarlo irreconocible, lo azotaron y se burlaron de Él, le pusieron una corona de espinas y lo escupieron con desprecio. Hombres crueles abusaron de Jesús y lo ridiculizaron, lo trataron peor que un animal.

Después de estar casi inconsciente por las hemorragias, lo obligaron a cargar una pesada cruz por un camino ascendente, lo clavaron en una cruz y lo dejaron morir lentamente, en una atroz muerte por crucifixión. Mientras se desangraba, tuvo que escuchar las burlas y los insultos del gentío que se divertía viendo su dolor, desafiando su afirmación de ser Dios.

Además mientras el Señor cargaba todo el pecado y la culpa de la humanidad sobre su persona, Dios miró a otro lado y Jesús exclamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Él pudo haberse salvado a sí mismo, pero entonces no habría podido salvarte a ti.

No hay palabras que puedan explicar la oscuridad de ese momento. ¿Por qué Dios permitió y toleró ese maltrato tan espantoso y malvado? ¿Por qué? Para que no tuvieras que pasar la eternidad en el infierno, y para que pudieras estar en su gloria para siempre. La Biblia dice:” Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en Él recibiéramos la justicia de Dios”.

Jesús dio todo de si para que tuvieras todo. Murió para que pudieras vivir para siempre. Eso por sí solo ya es suficiente para merecer tu gratitud y alabanza continua. .Nunca más te preguntes qué motivos tienes para agradecer a Dios.

viernes, 5 de abril de 2013

REUNION DE DAMAS - ABRIL 12 DE 2013


CORRER LIVIANOS


"Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso del pecado que tan fácilmente nos envuelve, corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante." Hebreos 12.1 



La analogía gue está usando el autor de Hebreos, para ayudarnos a entender las dinámicas de la vida cristiana, es la de una maratón, una carrera excesivamente larga que tiene una distancia de unos 42 km. Deja varias recomendaciones acerca de cuál es la forma en que mejor se puede correr esta carrera. En el devocional de hoy queremos concentrarnos en la exhortación a despojamos «de todo peso». Si  tuvieras la oportunidad de correr en una maratón, o de ver la filmación de una carrera, podrías comprobar que los corredores profesionales corren con un mínimo de peso. Su ropa es de material ultraliviano. Su calzado ha sido especialmente diseñado para esta prueba, y pesa apenas 250 gramos. Algunos corredores hasta corren descalzos, para evitar el peso del calzado. Pocos atletas
profesionales cargan con algún elemento adicional durante la carrera. La razón para una actitud tan radical en cuanto al equipamiento es clara: si usted va a correr una distancia tan larga, no va a querer cargar con más que lo absolutamente esencial para llegar a la meta. Tódo peso adicional se volverá como piedra a medida que avanzan los kilómetros. En la antigua Grecia, los Corredores corrían desnudos.

Cuando Cristo le dio instrucciones a los discípulos, antes de enviarles a predicar de dos en dos, también les exhortó a que viajen livianos: «No llevéis oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bordón, porque el obrero es digno de su alimento» (Mt 10.el. 10). Los desanimó a la tendencia natural del hombre de asegurarse, con la acumulación de cosas, su bienestar personal. En su lugar, le, dijo que debían llevar poco para el viaje y confiar en que el buen Padre celestial proveería en el camino todo lo necesario para sustentarlos.

En nuestro versículo de hoy, el autor usa la misma palabra para «peso» que se emplea para la mujer embarazada. La mujer, cuando ya ha entrado en un estado avanzado de embarazo, se mueve con lentitud e incomodidad. El tamaño de su vientre impide que sea ágil o rápida. La ilustración es excelente para entender a qué se refiere cuando nos exhorta a «despojamos de todo peso». Nos está animando a desechar todo bagaje adicional, toda, aquellas cosas que estorban y entorpecen nuestro andar en Cristo. Hay muchas cosas que nos son lícitas, pero que también agregan complicaciones, a nuestra vida.

El obrero sabio sabe distinguir entre las cosas que son realmente necesarias para su ministerio, y las cosas que son interesantes pero que, eventualmente, serán un estorbo para la tarea por delante. Tendrá que usar disciplina para escoger lo bueno, y darle la espalda a cosas que otros consideran indispensables. Con el ojo puesto siempre en la meta, será disciplinado en mantenerse libre de todo lo que lo atrape innecesariamente.

viernes, 29 de marzo de 2013

CORRER JUNTOS


"Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante." Hebreos 12.1 



El autor de Hebreos, como tantos de los grandes maestros de la Palabra en las Escrituras, escoge una analogía para ayudarnos a entender los desafíos que presenta la vida espiritual. Esta analogía, que seguramente era conocida para muchos de los lectores, es la de una carrera: la maratón. La prueba deportiva, inspirada en la hazaña de un guerrero griego, consistía en correr una gran distancia (en la actualidad son 42 km.) sin desmayar. Pensando en los diferentes requerimientos que tenía la prueba, el autor identifica los aspectos que son necesarios para correr bien en la vida a la cual hemos sido llamados.

El primer elemento que señala el autor es que estamos rodeados de una «gran nube de testigos». Esto hace referencia a una larga lista de héroes que ya corrieron la carrera. Entre ellos se menciona a Abel,
Enoc, Abraham, Sara, Isaac, Jacob, José, Moisés, Rahab, Gedeón, Barac, Sansón, Jefté y David. El tiempo le faltaba al autor para hablar de innumerables otros triunfadores, que «siendo débiles, fueron hechos fuertes» (Heb 11.34). De esta manera, el autor desea animar nuestro corazón en cuanto a la vida que tenemos por delante. El camino nos presenta muchos desafíos y gran cantidad de contratiempos. A veces podemos llegar a creer que es imposible avanzar, y nos sentimos tentados a resignarnos. Pero se nos recuerda que una gran nube de testigos corrió la carrera antes que nosotros y, además, ila terminaron con éxito!

Por otro lado, el comentario del autor implica que la carrera no debe correrse solo. En la carrera moderna, los buenos atletas siempre corren en equipo. Con un ritmo disciplinado, se turnan en compartir los rigores de imponer el ritmo adecuado al grupo, un aspecto crucial para ganar la carrera. A la vez, se animan y alientan entre ellos, porque el grupo genera mayor fuerza que el individuo.
Muchos pastores y líderes sufren la soledad del ministerio. No cabe duda que el pastor transita un camino que tiene aspectos solitarios. Pero también es verdad que la soledad de muchos líderes es auto-impuesta. No se dan permiso para cultivar la clase de relaciones profundas que animan y alimentan la vida espiritual de cada uno de nosotros. Desprovistos de este apoyo vital, son presa fácil para el desánimo, y muchas veces comienzan a verse como víctimas, poco comprendidos por los demás. El líder sabio, sin embargo, entiende que todo cristiano necesita de compañeros que corran a la par de él.


sábado, 16 de febrero de 2013

LUGARES DE REFUGIO


Oh Dios, tú eres mi Dios; te buscaré con afán. Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela cual tierra seca y árida donde no hay agua. Salmo 63.1 (LBLA)



Este es uno de los salmos que más profundamente revelan el corazón de David, mostrando ese anhelo insaciable que tenía de estar con su Dios. Lo más interesante de este salmo, no obstante, es el comentario que lo titula: «Salmo de David, cuando estaba en el desierto de Judá». Esto nos provee un marco que le da aún mayor significado a los maravillosos sentimientos expresados por esta poesía.

David estuvo dos veces en e! desierto de Judá. La primera vez, huía de! rey Saúl, quien ya abiertamente procuraba su muerte. El historiador nos dice que en aquella ocasión «David se quedó en el desierto, en lugares fuertes, y habitaba en un monte en e! desierto de Zif. Lo buscaba Saúl todos los días, pero Dios no lo entregó en sus manos» (1 S 23.14). La segunda vez que se encontró en e! desierto fue cuando tuvo que abandonar Jerusalén por causa de la rebelión de su hijo Absalón. Dice el relator de aquel incidente, en 2 Samue!, que el rey, «subió la cuesta de los Olivos, e iba llorando, con la cabeza cubierta y los pies descalzos. Todo el pueblo que traía consigo cubrió también cada uno su cabeza, e iban llorando mientras subían» (15.30).

Ambas escenas revelan a un hombre envuelto en una situación de profunda angustia personal. Qué tremendo, entonces, que en medio de circunstancias tan devastadoras, exclamara: «Oh Dios, tú eres mi Dios... Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela».

¿Cuál es el principio que se desprende de este salmo? Que un líder debe poseer la capacidad, en tiempos de crisis, de poner distancia entre su vida y las circunstancias que lo rodean, para entrar en la presencia de su Dios y procurar allí el alivio que necesita. Juntamente con ese alivio, vendrá también una perspectiva divina que le permitirá ver con ojos celestiales lo que está viviendo. Sus prioridades
se volverán a alinear con las de Dios y podrá exclamar con pasión: ¡solamente tú eres Dios, Señor!

Si usted analiza la vida de los grandes siervos de Dios, encontrará sin excepción que cada uno de ellos poseía la capacidad de entrar a un refugio secreto en tiempos de crisis, un lugar donde procuraban la comunión con el gran Dios del universo. Piense en Cristo en el jardín de Getsemaní. Piense en Pablo y Sílas en la cárcel. Piense en Moisés cuando descubre el becerro de oro. Piense en Nehemías cuando se enteró del estado de Jerusalén. Cada uno de ellos entró al refugio secreto donde derramaron su corazón en presencia de! que vive y reina por los siglos. Y allí encontraron el alivio y la fortaleza que necesitaban para seguir adelante.

martes, 12 de febrero de 2013

DEBILIDADES CON POTENCIAL


Y él me ha dicho: te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, muy gustosamente me gloriaré en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí." 2 Corintios 12.9.

Existe una tendencia universal en e! ser humano a esconder sus debilidades. Estamos tristes, pero ponemos cara de alegría. Deseamos llorar, pero contenemos nuestras lágrimas. Nos sentimos abrumados, pero aparentamos estar en control. Luchamos con la depresión, pero buscamos convencer a los demás de nuestro buen ánimo.

Todo esto no hace más que revelar con gran claridad la inmensa importancia que le damos, como seres humanos, a la imagen que otros tienen de nosotros. Deseamos que nos vean como triunfadores, como personas que caminan con paso firme hacia objetivos claramente definidos en sus vidas. Por esta razón nos resistimos, a toda costa, a revelar esas cosas que muestran nuestra verdadera condición de seres frágiles y débiles.

Pablo declara que gustosamente se gloriará en sus debilidades. ¿Se detuvo alguna vez a pensar en lo alocado de semejante declaración? No solamente no hará ningún esfuerzo por esconder sus debilidades, ¡sino que se gloriará en ellas! Lejos de producirle vergüenza, las mostrará como lasverdaderas marcas de su dependencia absoluta de Cristo. Francamente, nos resulta incomprensible la
actitud de! apóstol. No podemos, sin embargo, dejar de sentir en lo secreto de nuestros corazones una admiración profunda por su estilo de liderazgo.

Recorra por un momento la historia de! pueblo de Dios. ¡Puede pensar en alguna persona que alguna vez fue utilizada por sus fuerzas y virtudes? Abraham era un anciano incapaz de producir hijos. José era un esclavo olvidado en la cárcel. Moisés era un pastor de ovejas tartamudo. Gedeón era el menor de su casa y, además, pobre. David era un simple pastor de ovejas. Nehemías no era más que el copero del rey. Jeremías era joven e inexperto. Juan el Bautista era un desconocido que moraba en el desierto. Los discípulos eran simples pescadores, hombres sin letras ni preparación alguna. A Pablo, el fogoso perseguidor de la iglesia, deliberadamente lo debilitó e! Señor, enviando una espina en la carne que lo atormentaba.

¡y estos son simplemente los héroes de las Escrituras! ¿Qué diremos de figuras como Agustín, Lutero, Wesley, Hudson, Taylor, Moody, Spurgeon, o tantas otras figuras que marcaron profundamente la historia del pueblo de Dios? Todos ellos, sin excepción, fueron útiles porque permitieron que sus debilidades fueran el medio por el cual Dios expresó su gloria.

sábado, 12 de enero de 2013

LA VOZ DE DIOS


"Jehová volvió a llamar a Samuel. Se levantó Samuel, vino adonde estaba Elí y le dijo: Heme aquí; ¡para qué me has llamado? Hijo mío, yo no he llamado; vuelve y acuéstate le respondió Elí. Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada". 1 Samuel 3.6-7

Hay dos observaciones interesantes que se desprenden de este incidente en la vida del joven Samuel. En primer lugar, podemos afirmar que la voz con la cual Dios le habló al niño era tan parecida a la voz de Elí, que él llegó a confundirlas. iSolamente en las películas Dios habla con acento de España, y su voz retumba y resuena por los aires! En la vida real, las maneras en que Dios nos habla son fácilmente confundibles con las voces de otros, o aun con nuestras propias voces.

En segundo lugar, debemos detenernos un momento en la frase «Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada». Lo que vemos aquí es la descripción de un novato, una persona que estaba iniciando el proceso de aprendizaje que eventualmente lo convertiría en el gran profeta y juez de Israel.

Entender esto es importante. Hay un sentir en el pueblo de Dios de que la espiritualidad es algo que se hereda, o que se puede adquirir por la imposición de manos. Muchos creyentes andan de reunión en reunión buscando ese «toque» especial o esa «unción» que les convertirá automáticamente en grandes varones o mujeres de Dios. Se han convencido que la grandeza de las ilustres figuras en la historia del pueblo de Dios tenía que ver con alguna visitación especial hacia sus personas, o la posesión de algún don extraordinario que los apartaba de otros seres normales como nosotros.

La verdad es que la vida espiritual es algo que se cultiva por medio de un proceso disciplinado. Al igual que en el desarrollo del cuerpo físico, mucho del crecimiento espiritual que ocurre en nuestra vida depende de elementos que realmente no controlarnos. A veces, ni siquiera entendemos las misteriosas operaciones que resultan en la transformación de nuestro corazón. Lo que sí es claro, es que hemos sido llamados a caminar en fidelidad con nuestro Dios y debemos pemitir que él nos vaya conduciendo hacia la madurez.

En este sentido, no hay grandes saltos, ni avances repentinos. Ocasionalmente experimentamos visitaciones extraordinarias de su presencia,
pero el crecimiento espiritual normal en nuestras vidas es producto de un proceso lento y pausado. A esto se refería el autor de Hebreos cuando escribía: «el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal» (Heb 5.14). Tome nota de la frase «por el uso». Otras versiones lo traducen «por la práctica». Sea cual sea la traducción, todas apuntan a un proceso de aprendizaje que incluye aun el equivocarse, como lo hizo el joven Samuel.

jueves, 20 de diciembre de 2012

SOLAMENTE ADMINISTRADORES


"y vinieron aJuan y le dijeron: Rabí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, él también bautiza, y todos van a él. Respondió Juan: No puede el hombre recibir nada a menos que le sea dado del cielo. Juan 3.26..27

Hacía 400 años que no se había visto en Israel un profeta con un mensaje como el de Juan el Bautista. Su aparición, a orillas del río Jordán,
rápidamente atrajo a personas de toda la región. Con el pasar de los días y las semanas, grandes multitudes acompañaban al profeta.
Todo esto cambió cuando apareció el Mesías. Con su llegada, había concluido la misión del Bautista, y al poco tiempo las multitudes acompañaban a Aquel que había sido bautizado por el profeta. Los más leales seguidores de Juan veían con tristeza cómo la gente lo abandonaba y se le acercaron para instarlo a tomar cartas en el asunto. Detrás del reclamo de los discípulos de Juan estaba la convicción implícita de que Jesús se estaba robando la gente que el profeta había ganado con su propia predicación.

En la respuesta de Juan el Bautista vemos una de las razones por las cuales Cristo elogió tan profundamente su vida. Juan entendía que una persona no se «gana» nada por sus propios méritos, ni tampoco con sus esfuerzos. Todo lo que él recibió vino del Padre, cuyo corazón es uno de inmensa misericordia. Sabía que la multitud le fue prestada por un tiempo, pero que en cualquier momento el Padre podía quitársela porque no era, en definitiva, del profeta, sino de Dios. Por esta razón no opuso resistencia, ni tampoco se llenó de amargura cuando la gente
empezó a congregarse alrededor de Cristo.

Muchas veces, como lideres, actuamos como si las vidas de las personas nos pertenecieran. Nos tomamos la atribución de imponerles nuestros planes y gustos, y decidimos sobre ellas como si fuéramos sus amos. La gente, sin embargo, se resiste a este tipo de trato y ¡bien pronto demostrarán su insatisfacción! Cuán diferente era la actitud de Juan. Lejos de amargarse, el profeta actuó con el desprendimiento y la generosidad de quien tiene un genuino interés por los demás. Cómo oponerse a la fuga de las personas, ¡si les convenía mil veces estar
cerca de Cristo que de él!

El líder maduro siempre va a buscar lo que más le conviene a su gente, aun cuando esto le quite «prestigio» a su propio ministerio. Tendrá presente que, así como los hijos le son confiados a los padres por unos años, también su gente le ha sido prestada por un tiempo. Tienen libertad para moverse y actuar conforme a lo que entienden es la voluntad de Dios para sus propias vidas. Aun cuando se equivoquen, el líder respetará esa libertad que Dios también le ha otorgado a él mismo.