viernes, 30 de marzo de 2012

AYUDAR AL DEBIL

Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas". Mateo 23.4



El conocido pensador cristiano, Francis Schaeffer, observó en cierta oportunidad: «La ortodoxia bíblica sin compasión tiene que ser una de las cosas más desagradables sobre la faz de la tierra». Algunos comentaristas señalan que los fariseos poseían una lista de 630 reglamentos necesarios para vivir una vida
agradable a Dios. El peso de semejante cantidad de leyes, lejos de animar al pueblo a buscar el rostro de Dios, había llevado a que la mayoría sintiera que la vida espiritual era para un pequeño puñado de personas selectas.

El problema principal de los fariseos no estaba, sin embargo, en la cantidad de sus reglamentos aunque, por cierto, estos entorpecían grandemente a quienes aspiraban a cultivar una vida espiritual. La esencia de! problema era el estilo que habían adoptado para enseñar estos preceptos al pueblo. Creían que su responsabilidad principal era simplemente la de decirle al pueblo lo que tenía que hacer.

¡Cuántos veces no ministramos con la misma convicción! Vivimos arengando al pueblo para que haga esto, eso, o aquello otro. Muchas de las enseñanzas y predicaciones son una interminable serie de exhortaciones a cumplir con diferentes responsabilidades. En tales circunstancias, no ha de sorprendernos que
el pueblo se siente agobiado y frustrado.

La verdad es que la mayoría de los que son parte de la iglesia ya saben cuáles son sus responsabilidades. ¿Dónde está el creyente que, luego de años de asistir a reuniones, todavía no se ha enterado de que debe amar a su prójimo, leer la Palabra, compartir su fe o dedicar más tiempo a la oración? ¿Quién de entre nosotros encuentra novedosa una predicación que nos exhorta a ser generosos en el servicio, la adoración, o la ofrenda?

El error en esta visión es creer que el pueblo se moviliza simplemente con exhortaciones. El exceso de exhortaciones acaba por atar cargas pesadas a los hombros de nuestra gente. La responsabilidad de todo líder no es únicamente exhortar. Támbién debemos estar dispuestos acompañar al pueblo en el intento de
implementar lo que le hemos animado a hacer.

El buen pastor exhorta, pero también se pone a la par de su gente y les ayuda a vivir conforme a la Verdad. Esto es lo que hizo nuestro propio pastor, Jesucristo. Animó a los discípulos a caminar en ciertas verdades; pero también se puso aliado de ellos y les mostró cómo hacerlo. Cuando volvió al Padre, convocó
al Espíritu para continuar con esta tarea. Su mismo nombre, paracletos, indica que es uno llamado a ponerse a la par de otros para asistirles en su debilidad.  Esto marca la diferencia entre un pastor de púlpito y un pastor con «olor» a ovejas. El primero solamente exhorta. La gente que está con él se siente frustrada,
porque necesita quién les muestre el camino a seguir. El segundo, pasa tiempo acompañando, mostrando y corrigiendo al pueblo, para que aprenda cómo caminar con el Rey.

Para pensar: 
¿Quiénes son las personas que más le han ayudado en su peregrinaje en Cristo? ¿De qué manera lo hicieron? ¿Como puedes lograr un buen equilibrio entre tiempo invertido en exhortar y tiempo invertido en ayudar? ¿Qué cosas impiden hoy que puedas lograr este equilibrio?

miércoles, 28 de marzo de 2012

UN HOMBRE COMO NOSOTROS

"Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviera, y no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses. Yotra vez oró, y el cielo dio lluvia y la tierra produjo su fruto."  Santiago 5.17·18

En un encuentro misionero, el «plato fuerte» del encuentro,  era la llegada, el último día, de un famoso evangelista. Cuando este hombre subió a la plataforma, se desató una corrida de cientos de personas que se agolpaban alrededor del púlpito para sacarle fotos. Algunos no tenían problemas de subirse a la misma plataforma para sacarse fotos con él. El desorden era tal, que el pobre hombre interrumpió la reunión para pedir que por favor no le sacaran más fotos.

Aquella experiencia lleva a pensar sobre el culto a los «famosos» que forma parte de nuestra cultura evangélica. Una y otra vez ocurre la misma reacción en nuestro pueblo. Existe en nosotros una tendencia a
elevar a los líderes más conocidos a una posición de privilegio y admiración, que no es bueno ni para ellos ni para nosotros. Pero, ipor qué ese afán de estar cerca de ellos, de poderles saludar o tocar?

En el fondo, quizá se debe a que muchos de nosotros creemos que la grandeza de sus ministerios es consecuencia directa de la clase de personas que son. Miramos con algo de asombro sus ministerios y trayectoria porque sentimos que son personas de otra categoría, con cualidades y características que nosotros no poseemos. Santiago nos quiere animar a ser más atrevidos en la oración. Para eso nos da el ejemplo del poder que esta disciplina tuvo en la vida de Elías. Oró y dejó de llover; ¡oró de nuevo, y volvió la lluvia! No sé cual es tu reacción frente a este relato, pero sospecho que la mayoría de nosotros diría: «Yo jamás podría hacer eso».

Este es precisamente el argumento que refuta el apóstol. Antes de que podamos reaccionar, nos dice que Elías era un hombre igual que nosotros. No tenía nada de especial. Se deprimía, como nosotros. Se enojaba, como nosotros. A veces le fallaba la fe, como nos pasa a nosotros. Sin embargo oró, y Dios le respondió.
¿A qué apuntaba Santiago? La grandeza de Elías no radicaha en lo que él era, sino en el Dios en quien había creído. Su grandeza no era suya. Era del Señor.

Por esta razón, ningún cristiano debe sentirse intimidado por semejante ejemplo de vida, porque el mismo Dios que operaba en la vida de Elías, también opera en nuestras vidas y ministerios.

Para pensar: 
Como líder, déle gracias a Dios por el ejemplo de aquellas personas que tienen trayectoria y proyección internacional en el mundo evangélico. ¡Gracias a Dios por sus vidas y ministerios! Pero no deje intimidarse por lo que son. Su grandeza no es de ellos. Es del Señor que obra en sus vidas. Yese mismo Señor obra en su vida y ministerio. Tómese de la mano del Señor y atrévase a creer que él también puede hacer grandes
cosas en su vida.

lunes, 26 de marzo de 2012

IDENTIFICADOS CON CRISTO

"Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Mateo 28.19


La Gran Comisión, fue el último encargo de Jesús a sus discípulos y para ello es importante el caminar en la autoridad de Cristo, asumiendo el compromiso de hacer discípulos donde las
circunstancias de la vida nos llevan. Es importante también el esfuerzo que involucra el proceso de formar a otros para que sean discípulos del Señor.

Como parte de las instrucciones acerca de la forma en que debe llevarse adelante este proceso, Cristo les indica a los apóstoles que deben bautizar a los discípulos. Para nosotros, no siempre resulta claro por qué el bautismo es una parte importante en la formación de un discípulo. En muchas congregaciones el bautismo muchas veces no es mucho más que una ceremonia religiosa. Mas el bautismo, en tiempos del Nuevo Testamento, indicaba una radical conversión e identificación con el mensaje de! reino.

Una clara expresión de este importante paso la encontramos en el ministerio de Juan el Bautista, al observar la conversión de las multitudes que acudían para escuchar sus predicaciones. Lucas nos dice que Juan «fue por toda la región contigua al Jordán, predicando el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados» (3.3). Si leemos el mensaje que predicaba este profeta podremos darnos cuenta de cuán íntimamente estaba ligada la experiencia del bautismo al arrepentimiento.

Juan exhortaba, en términos prácticos y personales, a cada uno de los que se acercaban, a que escogieran vivir de una manera diferente a lo que hacían hasta ese momento. No se les presentaba con una lista de requisitos, sino que llevaba la aplicación de este cambio al ámbito personal de cada uno. Las exhortaciones a los fariseos eran diferentes a las hechas a los soldados, y Ias de los soldados no eran parecidas a las de los publicanos. Se estaba llamando a un cambio personal.

Es en este cambio que encontramos la esencia del significado del bautismo. En un acto físico de inmersión en el agua, estamos señalando nuestra decisión de hacernos uno con Cristo para morir a la vieja manera de vivir. El agua, que efectúa una limpieza de todo lo sucio sobre nuestros cuerpos, abre camino a una limpieza espiritual por la cual nuestra vieja vida es sepultada y nacemos a una nueva existencia. El apóstol Pablo explica su significado en Romanos 6.3-4: «¡No sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte!, porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva».

Para pensar:
Esta identificación radical con Cristo es la base fundamental sobre la cual se construye una nueva vida. En ella le damos la espalda a nuestra antigua manera de vivir. No nos comprometemos a enmendar la vieja vida, sino a desecharla, para andar por un nuevo camino. Lo antiguo queda descartado y comienza para nosotros el proyecto de Dios.

jueves, 22 de marzo de 2012

EL NOMBRE DEL PADRE

"He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra". Juan 17.6

En la gran oración sacerdotal del Hijo de Dios encontramos una admirable presentación de las metas que habían guiado su ministerio durante el tiempo de su peregrinación entre los hombres. Había buscado cumplir con dos grandes tareas. La primera está enunciada en el versículo de nuestro devocional de hoy. La segunda, mencionada en el versículo 8, fue que Jesús se propuso darles «las palabras que me diste».

En muchos sentidos, este es el resumen de la tarea que enfrenta todo hijo de Dios, que ejerce su liderazgo y llamado. Hemos sido llamados a formar discípulos, a capacitar a los santos para la obra del ministerio. La gran pregunta es; ¿cómo logramos esto? Este pasaje nos da una clara idea del camino a seguir. Debemos entregar las palabras del Padre y, a la vez, revelar las características de su nombre.

La entrega de la Palabra ha sido uno de los enfoques principales de gran parte de los líderes en muchas congregaciones, aunque debemos reconocer que hay segmentos de la iglesia que carecen de enseñanza bíblica. En términos generales, sin embargo, el pueblo de Dios no va a perecer por falta de conocimiento de las Escrituras. Mucho de nuestra vida como pueblo de Dios se desarrolla en infinidad de reuniones donde la Verdad es compartida, enseñada y predicada. No obstante, muchos conocen la Palabra, pero no al Dios de la Palabra.

Notemos que Cristo combinó la enseñanza de la Palabra con la revelación del nombre del Padre. ¿qué se refiere esto? Sencillamente al hecho de que Cristo no solamente entregó los preceptos contenidos en la Palabra eterna de Dios, sino que también trajo revelación en cuanto al corazón del autor de aquella Palabra.

No podemos dejar de subrayar lo absolutamente fundamental que es este segundo aspecto. La Palabra sola, cuando es entregada sin una revelación del corazón de Dios, lleva a un legalismo pesado y sofocador. Las exhortaciones contenidas en las Escrituras son muchas, y quien las lee sin conocer al Padre puede concluir que este Dios no es más que un tirano. Por esta razón Cristo se ocupó de revelarle a sus seguidores el corazón pastoral del Dios de la Palabra. Es cuando percibimos la compasión y el deseo de hacernos bien del Padre, que comenzamos a ver la Palabra con otros ojos. Ya no son las demandas caprichosas de un Dios excesivamente severo, sino las tiernas instrucciones de un Padre que anhela profundamente compartir toda cosa buena con sus hijos. Cuando el pueblo conoce de primera mano la bondad de Dios, el
obedecerle es más fácil.

martes, 20 de marzo de 2012

EL VALOR DE LA DISCIPLINA

"Desecha las fábulas profanas de viejas. Ejercítate para la piedad". 1 Timoteo 4.7

Existe una tendencia en nosotros a hablar más de lo que practicamos. Creemos que hablar de lo importante que es tener una vida de oración es casi lo mismo que orar. Creemos que exhortar y animar a los hermanos a que compartan su fe con otros, es lo mismo que hacerlo. Creemos que exaltar las virtudes del estudio cuidadoso de la Palabra, es lo mismo que tomar tiempo para meditar en ella. Pero no lo es.

Pablo reconocía esta debilidad en los líderes, especialmente entre los más jóvenes. Por eso, anima a Timoteo a que su vida cristiana no consista en palabras. Esta exhortación, que parece haber preocupado seriamente al apóstol, la reitera siete veces en sus dos cartas al joven pastor. Su mensaje es claro: «no te enredes en las muchas palabras, porque ¡la vida espiritual no pasa por ese lado!» El apóstol ya había señalado en su primera carta a los Corintos que «el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder» (4.20).

¿Qué alternativa le propone? El de la disciplina.

Es interesante notar que la palabra que usa es la misma de la cual nosotros derivamos el término «gimnasia». En otras palabras, Pablo está animando a Timoteo a que haga gimnasia para mantenerse en buen estado en su vida espiritual. La gimnasia de la que habla, claro, no es de ejercicio físico, aunque aclara que esta también tiene provecho. La gimnasia que él propone, sin embargo, es la de aquellas disciplinas que abren la puerta para mayor intimidad con Dios: la adoración, la lectura, la oración, el ayuno, la soledad, e! silencio, etc.

Muchos de nosotros tenemos vidas disciplinadas. Pero nuestra disciplina está mal dirigida. La gastamos en gran cantidad de actividades públicas porque son las que, en última instancia, mayores satisfacciones nos dan. Estas actividades, no obstante, no abren nuestras vidas al trato profundo de! Señor. Es lo que hacemos cuando estamos solos, que marca la diferencia de lo que somos cuando estamos en público.

La excelencia en cualquier emprendimiento en esta vida tiene un precio. El músico que aspira a ser extraordinario, no puede descansar meramente en su talento. Debe pasar horas y horas practicando todos los días. El deportista que aspira a llegar a lo más alto del podio, debe dedicar largas horas al entrenamiento todos los días. De la misma manera, los que aspiramos a lograr un grado de excelencia en nuestra vida espiritual debemos estar dispuestos a hacer los ejercicios necesarios para cultivarla.

domingo, 4 de marzo de 2012

UN ROSTRO BRILLANTE

Después descendió Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del Testimonio en sus manos. Al descender del monte, la piel de su rostro resplandecía por haber estado hablando con Dios, pero Moisés no lo sabía. Exodo 34.29.

La persona que pasa tiempo con Dios no puede evitar ser transformado! ¿Acaso algún otro pasaje ilustra mejor esta verdad? La intensidad del encuentro entre el profeta y Jehová había sido tal que hasta la piel del
rostro le brillaba. Nos recuerda inmediatamente a la transfiguración de Cristo, donde los discípulos vieron que «Sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede dejar tan blancos» (Mr 9.3). Y este brillo no era meramente el resplandor de la tela de sus
vestimentas, sino el brillo producido por la presencia de algo espiritual.

iA cuántos nos gustaría experimentar algo similar a esto! Los que andamos en Cristo anhelamos tanto esa experiencia de cercanía al Señor, aunque sea que nos fuera concedido siquiera tocar el borde de su manto. ¿Qué se sentirá al vivir una experiencia como esta? ¿Podremos mantenernos en pie frente a semejante visitación de Dios? Nuestra «envidia santa» de la experiencia que le fue concedida a Moisés, sin embargo, no repara en un pequeño detalle en el versículo que hoy compartimos. Es que el profeta no sabía que le brillaba el rostro. Cosa insignificante, ¿verdad? En este detalle, sin embargo, encontramos parte del misterio
de la transformación que obra en nosotros. Esa transformación, juntamente con las experiencias espirituales que la acompañan, no son primordialmente para nuestro deleite. Muchas veces ni siquiera sabemos que él está obrando en nuestras vidas. El objetivo de su obra es que los demás vean la gloria de Dios reflejada en nuestras vidas, no para que nosotros mostremos con orgullo nuestra madurez espiritual.

Por esta razón conviene que examinemos con cuidado las motivaciones escondidas de nuestros corazones. Muchas veces hay entre hermanos un forcejeo sutil para ver quién recibe mayor honra en las reuniones y encuentros con otros líderes. El apóstol Pablo anima a la iglesia de Filipo: «nada hagáis por rivalidad
o por vanidad» (Flp 2.3). La «vanagloria» es aquella que parece ser genuina, pero que en realidad no tienen valor alguno. Es el reconocimiento y los aplausos que vienen de los hombres, y no la palabra de aprobación que viene de nuestro Padre celestial. Como tal, está destinada al olvido.

Como líderes debemos procurar una vida de santidad e intimidad tal, que nuestra vida brille con gloria de lo alto. Nuestra sola presencia testificará de la magnificencia del Dios que servimos. Pero sepa usted que ni bien tome conciencia de ese resplandor se desvanecerá. Nuestro buen Padre sabe cuán rápido nos enorgullecemos de lo que, en realidad, no es nuestro. Por eso le fue dada a Pablo una espina en la carne. Para que la extraordinaria grandeza fuera de Dios, y no del apóstol.

Para pensar:
Considere el siguiente consejo de uno de los grandes santos del siglo XIX: «Piense lo menos posible enusted. Aparte con firmeza todo pensamiento que le lleve a meditar en su influencía, sus muchos logros o el número de sus seguidores. Pero sobre todas las cosas, hable lo menos posible de usted».

sábado, 3 de marzo de 2012

UNA VERDAD INCOMODA




El enemigo esta trabajando fuerte en dos sentidos: DOS ENGAÑOS SIMULTANEOS. Tenemos que tener la perspectiva correcta, biblica....para no salir de un extremo a otro extremo. El enemigo va a tratar de sacarnos de un engaño...para meternos en otro peor haciendonos creer que ahora si estamos en la orilla correcta. El quiere ganar por punta y punta.

Los dos extremos:

1- UN EXTREMO DIABOLICO.  Hay iglesias, denominaciones, redes de congregaciones y ciudades donde se esta idolatrando a los apostoles "menospreciando a los demas ministerios".  EFESIOS 4 habla de que los 5 ministerios: apóstoles, profetas, maestros, evangelistas y pastores....son las herramientas de Dios para "perfeccionar" a los santos y "prepararlos para la obra del ministerio".  Muchos  "Falsos apostoles" estan reclamando " Adoracion" para ellos mismos. "Gloria" para ellos mismos. "Finanzas" para ellos mismos. y han caido en un espiritu de control y dominio sobre los demas.

Y la gente ignorante los esta exaltando...mas allá de lo que debe ser.

LA biblia tambien habla...de "falsos apostoles" (2 Corintios 11:13).

Este  es un extremo donde esta cayendo mucha gente y tristemente gente que ama sinceramente a Dios.


2- OTRO EXTREMO DIABOLICO.  Así mismo, hay iglesias, denominaciones, redes, y ciudades...DONDE SE MENOSPRECIA A LOS APOSTOLES Y A LOS PROFETAS por dos razones:

A- Falta de revelacion de por qué Dios está restaurando a los dos ministerios cuyo papel es PONER AL DIABLO EN LA RAYA. Estos dos ministerios traen al cuerpo de Cristo Revelacion y Autoridad. Estos dos ministerios habian sido castrados del Cuerpo de Cristo por muchos años y Siglos. La iglesia habia estado en manos solo de tres ministerios: evangelistas, maestros y pastores. Pero, al Espiritu Santo le ha placido en este tiempo...COMPLETAR EL EQUIPO...para perfeccionar a los santos, para la obra del ministerio.

B- Falta de conocimiento biblico. Lo malo no son los MINISTERIOS APOSTOLICO Y PROFETICO, sino los corazones de los que son falsos apostoles, o personas con el llamado apostolicos pero todavia con problemas de caracter. Inmadurez y egocentrismo.



....pero cual es el punto medio? 

Como podemos enfrentar este tema sin dejarnos llevar por el enemigo a NINGUNO DE SUS DOS EXTREMOS?

Solo hay un camino....biblico que trae sanidad, libertad y madurez sin caer en las garras del enemigo.

a- AL QUE HONRA HONRA Y AL QUE RESPETO...RESPETO!   Debe haber honra y respeto entre los 5 ministerios y las demas unciones que Dios ha dado a la iglesia. En la medida que maduramos....debe irse creando una cultura de "Honra mutua". Esto trae el equilibrio sano, sin caer en la trampa de que : " Los apostoles menosprecien a los pastores, ni que los pastores menosprecien a los apostoles.  Todos los ministerios, unciones, y oficios dentro de la iglesia....necesitan reconocimiento, honra y exaltacion. En la medida que vamos madurando...cada uno recibira la honra que Dios tiene para cada uno. La honra acaba la competencia, los celos ministeriales y las comparaciones.

b- TRABAJO EN EQUIPO. La iglesia no debe ser ni "Pastor centrica" ni " Apostolcentrica". En las congregaciones debemos trabajar con equipos ministeriales. Asi, poco a poco vamos a ir construyendo...LA CULTURA DE HONRA, RESPETO Y EXALTACION MUTUA.  Esto es un proceso que se va construyendo poco a poco.

c- AMISTAD EN TRANSPARENCIA Y SINCERIDAD.  Si los ministros que ya estamos caminando en los llamados podemos relacionarnos en una amistad sincera y transparente, sin sorpresas ocasionales o hipocrecias añejas; sino que podamos tener relaciones de amor en Espiritu y Verdad...poco a poco vamos a establecer una atmosfera celestial en nuestros ministerios.

d- DELEGAR Y DAR OPORTUNIDADES.  Las personas que van llegando, y se van confirmando su llamado, unción o ministerio...deben tener oportunidades. asi podemos ir reconociendo y honrando su llamado y su unciones.

e- HONRAR NO SOLO AL MINISTRO QUE ACONSEJA, SINO TAMBIEN HONRAR  SU CONSEJO.  Los hombres de Dios, en la biblia...no solo honraban al " hombre" su titulo o su lugar...tambien honraban su consejo. 

Espero, que estos puntos nos ayuden a tener "EQUILIBRIO" y SABIDURIA.

                                                                                                                                                                         R.G.M

viernes, 2 de marzo de 2012

MI ULTIMO DIA (Tercer Cielo)

UNA CUESTION DE OPTICA

"Cuando se le apareció el ángel de Jehová y le dijo: Jehová está contigo, hombre esforzado y valiente...Gedeón le respondió de nuevo: Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo soy el menor en la casa de mi padre." Jueces 6.12, 15.

Cuando Jehová se le presentó a Gedeón, éste estaba totalmente desanimado. Hacía tiempo ya que los madianitas le amargaban la vida al pueblo de Dios. Saqueaban las tierras de los israelitas y se llevaban lo mejor de la cosecha. En ese mismo momento Gedeón estaba trabajando para esconder el trigo. Note el marcado contraste entre el saludo del ángel de Jehová y la respuesta de Gedeón. El ángel se refiere a él como "hombre esforzado y valiente". Pero el joven israelita no se sentía ¡ni valiente ni esforzado! Al contrario, solamente podía pensar en que su familia era pobre y que él era el último de la casa. Al igual que David, no sería la persona naturalmente escogida por la familia para cualquier proyecto importante. Estaba acostumbrado a que nadie le tuviera en cuenta. Mirando, entonces, sus recursos, exclamó con toda
naturalidad: «icon qué salvaré yo a Israel?».

He aquí uno de los misterios de la obra de Dios.  Para tener éxito en los proyectos que él nos propone, no es importante cómo nos vemos, ni cómo nos sentimos. ¡Lo importante es cómo nos ve Dios! Sara se veía como una anciana estéril, sin perspectivas ya de engendrar hijos. El Señor la veía como la madre de una multitud. Moisés se veía como un tartamudo, útil solamente para cuidar ovejas. El Señor lo veía como el hombre ideal para liberar al pueblo del yugo egipcio. Pedro se veía como un torpe pescador de Galilea. Cristo lo veía como la roca, un líder con un rol clave en la fórmación de la nueva Iglesia. Ananías veía en Saulo a un hombre dedicado a la persecución violenta de la iglesia. El Señor veía en este hombre a un instrumento escogido para llevar el evangelio a los gentiles.

¡Cómo te ves? ¡Te ves como un pobre desdichado que tiene pocas capacidades y aún menos recursos? ¿Crees que Dios te ve de la misma manera? ¿Cómo te saludaría el ángel de Jehová si se te apareciera hoy?

Para pensar:
Ten en cuenta que puede ser verdad que seas pobre y con pocos recursos. Gedeón era de veras miembro de una familia pobre. La dificultad no está en las condiciones que tenemos. El problema está en creer que estas condiciones y circunstancias limitan la actividad y los proyectos de Dios. El Señor no ve nuestra realidad como impedimento para sus planes, porque es él el que hace la obra, no nosotros. El ángel le dijo a Gedeón: vé con tu fuerza. No le estaba pidiendo que buscara más recursos, ni que echara mano de tesoros que no poseía. Simplemente quería que pusiera su incapacidad en manos del Dios todopoderoso. ¡Un siervo inútil en las manos de Dios, puede ser un arma por demás poderosa!