jueves, 12 de enero de 2012

FRUTO DEL ESPIRITU: PACIENCIA



Para hablar de paciencia, tendríamos que remontarnos hacia atrás, a los días de Noé, cuando el Señor estuvo esperando por aquellos hombres y mujeres.  (Gn. 6,7, y 8).  

Hemos visto la paciencia de Dios, desde los días de Noé, hasta el día de hoy.  

El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. 
- 2 Pedro 3:9-  

Esto no significa que Dios soportará a los hombres impíos hasta que llegue el fin.  Tampoco significa que tiene que soportarnos a los seres humanos; de hecho, Él no tiene por qué tener paciencia con el pecador.

NO SOLAMENTE ES PACIENCIA - sino PACIENCIA DIVINA - Y LA PACIENCIA DIVINA tiene un PROPÓSITO DIVINO: “QUE TODOS PROCEDAMOS AL ARREPENTIMIENTO.”  

Este tipo de PACIENCIA y de AMOR QUE LO SOPORTA TODO, debería ser también uno de los frutos de nuestras vidas, ya que cuando NACIMOS DE NUEVO, empezamos a ser partícipes de Su naturaleza.  

Este fruto llega a madurar en nuestro ser, sólo por medio de LA PRUEBA.  De esta forma, aprendemos que muchas de las pruebas que pasamos los hijos de Dios, son con el fin de producir el fruto del Espíritu y perfeccionarlo en nosotros.  

Dios tiene misteriosos caminos.  La PACIENCIA es una RARA cualidad que casi no encontramos, pues lo que más abunda (aún en nuestra propia vida) es la IMPACIENCIA, la ANSIEDAD, la INQUIETUD, la PRISA y la INTRANQUILIDAD.

Vivimos en tiempos donde esperar es cada vez  más desagradable. Aún cuando la espera es ínfima, nuestro espíritu inquieto no puede controlar los sentimientos de ansiedad y afán que son propios de la existencia del hombre en la sociedad moderna.

Nuestro llamado primordial en la vida es a orientar nuestra existencia total hacia las permanentes invitaciones de Dios a caminar con él y a buscar su mano en las situaciones más frustrantes.  De esta manera podríamos definir la paciencia como el desafio de disfrutar de Dios cuando las circunstancias nos invitan a la preocupación, la ansiedad y el afán.

El mayor desafio en tiempos de fastidio por las intolerables demoras que debemos soportar es la de aquietar nuestro espíritu.  Es nuestra responsabilidad quitar los ojos de las circunstancias y elevarlas a  Dios, para saber que El reina soberano en todo momento.  La próxima vez que te encuentres en una situación sobre la cual no tienes control, lleva tu espíritu a la presencia del Pastor de Israel y permite que él te conduzca junto a aguas de reposo.

"Estad quietos, y conoced que yo soy Dios". - Salmo 46.10 -

No hay comentarios:

Publicar un comentario