lunes, 27 de agosto de 2012

PETICIONES QUE NO RECIBIRAN RESPUESTA




"Las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucciónde fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo". 2 Corintios 10.4-5

El otro día, en una reunión,  una de las personas presentes oraba de la siguiente manera: «Señor, te pedimos que tu quites de nuestra mente todo pensamiento que te deshonra, y que nos limpies de todo aquello que te ofende».   Según el pasaje de hoy, no es responsabilidad de Dios quitar los pensamientos que se levantan contra la obediencia a Cristo. El compromiso de Dios, por medio del Espíritu Santo, es traer a luz todo aquello que es pecado en nuestra vida. Una vez que lo ha revelado, sin embargo, es nuestra responsabilidad tomar cautivos esos pensamientos y sujetarlos a Cristo. Nuestro Padre celestial no los va a quitar de nuestra mente, porque él nos ha llamado a nosotros a que lo hagamos. El ejercicio de esta disciplina mental es uno de los aspectos fundamentales de nuestra transformación en Cristo.

En muchas ocasiones confundimos la verdadera naturaleza de nuestra vida espiritual y nos encontramos pidiendo cosas que tenemos que hacer nosotros, e intentando hacer cosas que deberíamos estar pidiendo al Padre. No tiene caso pedir que él nos de paz, por ejemplo, porque él ha dicho que la paz será nuestra cuando, mediante oración y súplica, hacemos conocidas a Dios nuestras peticiones (Flp 4.6-7). De la misma manera, los intentos por transformar nuestras vidas no darán fruto porque es una obra que solamente
puede realizar el Señor (Ro 8.6-9).

Nuestro desafío, como líderes, es entender las dinámicas de la vida espiritual, de tal manera que nuestros esfuerzos estén dirigidos hacia aquellas cosas que realmente hemos sido llamados a hacer. A la vez, nuestras oraciones deben estar dirigidas hacia aquellas cosas que realmente debemos pedir. De esta manera podremos estar seguros de que lo que estamos haciendo recibirá la bendición de nuestro Padre celestial, y evitaremos hacer inversiones que no producirán ningún fruto.

domingo, 12 de agosto de 2012

FIEL A SU PALABRA



"Cuando volvió Jefté a Mizpa, a su casa, su hija salió a recibirlo con panderos y danzas. Ella era sola, su hija única; fuera de ella no tenía hijo ni hija. '" Cuando él la vio, rasgó sus vestidos, diciendo: «¡Ay, hija mía!, en verdad que me has afligido, y tú misma has venido a ser causa de mi dolor, porque le he dado mi palabra a Jehová y no podré retractarme". Jueces 11.34·35

Jefté nos es tristemente célebre por la necedad del voto que le hizo al Señor. Buscando obtener la victoria sobre los hijos de Amón, contra los cuales estaba luchando, se comprometió a ofrecer en sacrificio al Señor lo primero que le saliera a su encuentro al regresar a casa. El versículo de hoy relata el dramático momento del regreso, con su terrible desenlace para el juez.

Sin perder de vista lo necio que puede ser entrar en este tipo de acuerdos con Dios, debemos rescatar del ejemplo de Jefté un elemento importante: que era un hombre fiel a su palabra. No podemos leer su historia sin pensar en el salmista, que preguntaba: «Jehová, ¡quién habitará en tu Tabernáculo?, ¡quién morará en tu monte santo?» Entre las cualidades que incluye en su respuesta, se encuentra aquella persona que, «aun jurando en perjuicio propio, no por eso cambia" (Sal 15.1,4). ¡Cuán deseable que es esta cualidad en la vida de un hombre y de una mujer!

Muchas veces, en el apuro y las corridas diarias, nos comprometemos con alguna actividad que luego trae inconvenientes a nuestra vida. En otras ocasiones, nos traiciona el deseo de agradar a los demás y damos nuestra palabra con respecto a algo. Sin embargo, cuando llega el momento de cumplir lo que hemos prometido, nos damos cuenta de que nos hemos metido en «camisa de once varas».

Es importante que las personas  vean que somos íntegros en el cumplimiento de nuestra palabra. Esto significa que, aun cuando nos hemos comprometido con una situación que nos perjudica, no damos marcha atrás. El esfuerzo que hacemos por guardar el compromiso asumido dejará una importante lección acerca del peso que le damos a nuestras palabras, además de demostrar que valoramos profundamente a las personas con las cuales nos comprometemos.

miércoles, 8 de agosto de 2012

INVITA A UN TIBURON



Los japoneses siempre han gustado del pescado fresco. Pero las aguas cercanas a Japón no han tenido muchos peces por décadas. Así  que para alimentar a la población  japonesa, los barcos pesqueros fueron fabricados más grandes para ir mar adentro. Mientras más lejos iban los pescadores más era el tiempo que les  tomaba regresar a entregar el pescado. Si el viaje tomaba varios días, el pescado ya no estaba fresco. 

Para resolver el problema, las compañías instalaron congeladores en los barcos pesqueros. Así  podían pescar y poner los pescados en los congeladores. Sin embargo, los japoneses pudieron percibir la diferencia entre el pescado congelado y el fresco, y no les gustaba  el congelado, que, por lo tanto, se tenían que vender más barato. 

Las compañías instalaron entonces en los barcos tanques para los peces. Podían así  pescar los peces, meterlos en los tanques y mantenerlos vivos hasta llegar a la costa. Pero después de un tiempo los peces dejaban de moverse en el tanque. Estaban aburridos y cansados, aunque vivos. Los consumidores japoneses también notaron la diferencia del sabor porque cuando los peces dejan de moverse por días, pierden el sabor fresco ... y ¿cómo resolvieron el problema las compañías japonesas? Y ¿cómo consiguieron traer pescado con sabor de pescado fresco? Si las compañías japonesas te pidieran asesoría, ¿qué les recomendarías?         

(Mientras piensas en la solución.... Lee lo que sigue): 

Tan pronto una persona alcanza sus metas, tales como empezar una nueva empresa, pagar sus deudas, encontrar una pareja maravillosa, o lo que sea, empieza a perder la pasión. Ya no necesitará esforzarse tanto. Así  que solo se relaja. Experimentan el mismo problema que las personas que ganan la lotería, o el de  quienes heredan mucho dinero y nunca maduran, o de quienes se quedan en casa y se hacen adictos a los medicamentos para la depresión o la ansiedad. Como el problema de los pescadores japoneses, la solución es sencilla. 

“Las personas prosperan mas cuando hay desafíos en su medio ambiente" . 

Para mantener el sabor fresco de los peces, las compañías pesqueras ponen a los peces dentro de los tanques en los botes, pero ahora ponen también un Tiburón pequeño! Claro que el tiburón se come algunos peces, pero los demás llegan muy, pero muy vivos. ¡Los peces son desafiados! Tienen que nadar durante todo el trayecto dentro del tanque, ¡para mantenerse vivos! 

Cuando alcances tus metas proponte otras mayores. Nunca debes crear el éxito para luego acostarte en él. Así  que, invita un tiburón a tu tanque, y descubre que tan lejos realmente puedes llegar. Unos cuantos tiburones te harán conocer tu potencial para seguir vivo y haciendo lo que mejor haces, de la mejor manera posible!! 

Y si ya los encuentras en el tanque, déjalos que se muerdan entre si, que no te asusten sus dientes ni sus trampas...tu sigue alerta, pero siempre "fresco". Siempre habrá tiburones a donde vayas...      

PD/Las diminutas cadenas de los hábitos son generalmente demasiado pequeñas para sentirlas, hasta que llegan a ser demasiado fuertes para romperlas.

domingo, 5 de agosto de 2012

LO QUE MARCA LA DIFERENCIA



"David respondió a Saúl: «Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre. Cuando venía un león o un oso, y se llevaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, lo hería y se lo arrancaba de la boca; y si se revolvía contra mí, le echaba mano a la quijada, lo hería'y lo mataba". 1 Samuel17.34·35

No hay duda que David demostró singular valentía frente al desafío que presentaba el gigante de Gat. Todo un ejército acobardado había experimentado día tras día la humillación de escuchar el reto de! filisteo, proferido con abundantes insultos contra los israelitas y su Dios. Solamente el joven pastor se había animado a responder.

Sin perder de vista esta tremenda demostración de coraje, miremos por un momento la explicación que David ofrece al rey Saúl. No era la primera vez que se enfrentaba a situaciones adversas. Muchas veces, mientras pastoreaba las ovejas de su padre, había tenido que defenderlas del ataque de un oso o un león. De modo que hacerle frente a situaciones de extremo peligro no era algo desconocido para David.

Es precisamente en este detalle que encontramos un importante principio de liderazgo. David ahora saldría a pelear frente a todo un ejército que observaría con suma atención la hazaña del joven pastor. Este era su primer combate en público. La preparación para este momento, sin embargo, había transcurrido en completa soledad, solamente en presencia de sus ovejas. David se proponía ahora hacer lo que muchas veces había hecho en privado, a solas.

El líder que aspira a ser efectivo en público debe cultivar las cualidades que necesita para ministrar efectivamente, cuando está a solas. Lo que somos en público solamente impactará la vida de las personas que nos observan, cuando esté respaldado por una vida secreta de devoción y compromiso lejos de la mirada de las multitudes. Es por esta razón que muchos líderes no logran más que hacer pasar un buen momento al pueblo de Dios. Su ministración puede ser muy llamativa, pero carece de impacto porque su vida no posee ese grado de santidad y compromiso que solamente se puede cultivar fuera del ámbito público. Vivir en los lugares secretos de la vida, una experiencia intensa con Dios es lo que hace la diferencia en la vida, aun cuando los demás jamás vean esas vivencias personales. El peso espiritual de una persona, sin embargo, lo perciben todos aquellos que tienen cierta sensibilidad espiritual.

El Espíritu, que es el que realmente toma nuestro esfuerzo y lo usa para tocar la vida de otros, solamente fluye a través de esas personas que viven una vida de comunión permanente con Dios, y no en aquellos que solamente practican la santidad cuando están en el ojo público.