domingo, 13 de noviembre de 2011

DIOS ES NUESTRO PADRE


 “Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo derramen su gracia y su paz sobre ustedes.  Jesucristo se entregó a la muerte por nuestros pecados, para librarnos del estado perverso actual del mundo, según la voluntad de nuestro Dios y Padre.  ¡Gloria a Dios para siempre! Amén.”  (Gálatas 1:3-5         Dios Habla Hoy, DHH)


 “Entonces la forma en que vivan siempre honrará y agradará al Señor, y sus vidas producirán toda clase de buenos frutos. Mientras tanto, irán creciendo a medida que aprendan a conocer a Dios más y más. También pedimos que se fortalezcan con todo el glorioso poder de Dios para que tengan toda la constancia y la paciencia que necesitan. Mi deseo es que estén llenos de alegría  y den siempre gracias al Padre. Él los hizo aptos para que participen de la herencia que pertenece a su pueblo, el cual vive en la luz.  Pues él nos rescató del reino de la oscuridad y nos trasladó al reino de su Hijo amado.” (Colosenses 1:10-13         Nueva Traducción Viviente, NTV)

Muchas personas, incluso los creyentes, no piensan que Dios sea un padre tan cercano, especialmente si se hallan viviendo en desobediencia.  Pero la Escritura se refiere una y otra vez a Él como  “Padre”.

“Padre”,  que aparece 245 veces en el Nuevo Testamento, fue la palabra favorita de Jesús para referirse a Dios;  la mencionó catorce veces sólo en el Sermón del monte.

Cuando el Señor Jesús enseñó a sus discípulos un modelo de oración, les dijo:
 “Vosotros, pues, orad de esta manera: "Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre…”   (Mateo 6:9)

Es interesante que, inmediatamente después de la referencia a nuestro Padre celestial, se mencione la santidad de Dios, precisamente el atributo que separa de  Él,  al hombre pecador. Ésa fue exactamente la razón por la cual el señor  Jesucristo vino a la tierra, para morir en la cruz por nuestros pecados y acercarnos  al Padre celestial,  para que usted y yo pudiéramos conocerlo a Él  más íntima y personalmente.

En realidad,  es únicamente a través de la persona de Jesucristo que podemos conocer a Dios como Padre.

Jesús dijo:
“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.”          (Juan 14:6).

El señor Jesucristo es la puerta para ingresar a esa familia. (Juan 10:9, Gálatas 3:26);

Las cartas del Apóstol Pablo, por ejemplo, describen a los creyentes como una casa  o una familia de Dios.  Los llama hijos de Dios y coherederos con Su Hijo Jesucristo.

“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios.  Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!  El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si en verdad padecemos con El a fin de que también seamos glorificados con Él” (Romanos 8:14 -17)

El privilegio de conocer a Dios como Padre implica mucho más que conocerlo como una persona  o un Espíritu; va más allá del  simple conocimiento de Su gracia, amor y bondad  incomparables, e incluso supera el conocerlo en Su santidad, equidad y justicia.

En primer lugar,  Él desea tener una íntima relación con nosotros.  La Biblia nos dice que nos dirijamos a Él como  “Padre”,  no sólo como  “Dios”,  “Rey soberano”,  “Santo” o  “Juez”.  Aunque debemos conocerlo en todos los aspectos,  el Señor quiere que nos acerquemos a Él de manera transparente en todo, incluyendo nuestras necesidades, debilidades y fracasos.

En segundo lugar, Dios anhela comunicarse con nosotros. Mateo 6:6  nos dice que busquemos un lugar apartado para orar a nuestro Padre,  “que ve en lo secreto [y que] te recompensará”.     Es decir, Dios nos escucha cuando hablamos con Él,  y el Señor  responde la oración.  Él es la clase de Padre a quien podemos hablarle,  y aunque es posible que no nos dé todo lo que queremos,  el Señor responderá a nuestras peticiones dándonos lo que Él sabe que es lo mejor para nosotros    (Mateo 7:7-11).

Dios  nos  ama  a  cada  uno  de  nosotros  incondicionalmente.    (Juan 3:16)

¿Conoce usted a Dios como su Padre celestial? Si no lo conoce, sepa que Él está listo para adoptarle en Su familia  (Romanos 8:15; Gálatas 3:26).

Lo único que tiene que hacer, es confiar en Su Hijo Jesucristo como su Salvador personal. Como dice Juan 1:12: “A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”.

El propósito de Dios es revelar que Dios no es solamente una fuerza trascendente en algún lugar del universo, sino más bien un Padre celestial amoroso y personal que está profundamente interesado en los detalles de nuestra vida.

LECTURAS  RECOMENDADAS
ROMANOS  8: 28 – 38
LUCAS 15: 11 - 32


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