miércoles, 29 de febrero de 2012

FIESTA EN EL CIELO

Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento. Lucas 15.7

El otro día hablaba con un pastor que acababa de terminar una campaña evangelística. La actividad se había realizado a lo largo de dos arduas semanas de reuniones, en las cuales la carga de predicar la Palabra había
caído principalmente sobre sus hombros. Su rostro mostraba el cansancio y la fatiga de quien ha estado ocupado en los muchos detalles que son parte de este tipo de eventos. Le pregunté cómo habían salido las cosas. Me contó, con tono de desilusión, que solamente se habían convertido unas 15 personas. Claro, tantas horas de oración, tanto esfuerzo invertido, tantas invitaciones repartidas, tantos hermanos movilizados, tantas reuniones realizadas... Los resultados no parecían corresponder al enorme esfuerzo invertido.

Como pastores vivimos con una constante presión de medir nuestro éxito en términos de números. Todo un movimiento dentro de la iglesia se dedica a promover en seminarios, conferencias, artículos y libros, el testimonio de los «superpastores» que supervisan congregaciones de miles de creyentes fervorosos y
comprometidos con el evangelio. Son nuestros modelos. Abundan las reuniones y los encuentros donde podemos escuchar los «secretos del éxito» que han producido en ellos ¡tan fenomenal crecimiento!

Lo que no nos damos cuenta es que estas congregaciones no son normales. Un reconocido investigador afirma que el 98% de las congregaciones alrededor del mundo reúnen entre 80 y 150 personas, es decir congregaciones como la suya, como la mía. En ellas el crecimiento es fruto del esfuerzo y el trabajo. Va
acompañado siempre de lágrima:, y contratiempos. A veces hacemos todo lo que sabemos hacer y lo único que cosechamos es un crecimiento lento y trabajoso.

¡Qué bueno recordar la parábola que contó Jesucristo! El pastor dejó las 99 ovejas para salir a buscar solamente una oveja que estaba perdida. Cuando la encontró, hizo una gran fiesta e invitó a sus vecinos a celebrar con él. De la misma manera, señaló, la conversión de una sola persona es motivo de gran celebración en el cielo.

¡Qué nos ha pasado que solamente nos impresionan las campañas donde 45.000 se «convierten»? ¡Será que necesitamos volver a recuperar una perspectiva más celestial del tema? ¡Cómo es eso de que «solamente se convirtieron quince»? Por esos quince se hicieron quince fiestas en el cielo. Cada individuo, cada ser humano, tiene un valor inestimable para nuestro buen Padre celestial. Si solamente se hubiera convertido uno, él diría que ¡valió la pena!

Regocíjese, hermano. A usted se la ha concedido ser partícipe de esa gran fiesta que se hace en los cielos. Cada uno de los que se convierten son un tesoro sin igual para el Señor. Atribúyale a esas personas el mismo valor que él les da. No se prive de participar de la fiesta, simplemente porque los números no coinciden con las cifras que se consideran señales del éxito. Exito, en términos celestiales, es una oveja recuperada.

Tu no necesitas de una supercampaña, para hacer que en el cielo haya una fiesta, sólo disponte, en el bus, en el trabajo, en la universidad, en el colegio, solo disponte..que El pondrá la oportunidad...

martes, 28 de febrero de 2012

EN DEFENSA DEL MINISTERIO

Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios para servir a las mesas. Hechos 6.2

Cualquiera de nosotros que hemos estado un tiempo en el ministerio sabemos exactamente de que está hablando este pasaje. ¡Cuántas veces nos hemos visto obligados a repartir nuestro esfuerzo entre varios proyectos a la vez, porque la demanda del trabajo es mayor que la mano de obra disponible!  Esta realidad es una constante dentro de la congregación local, y requiere que el pastor sea una persona de muchos talentos, ocupado en una diversidad de actividades.

Los apóstoles se encontraron rápidamente envueltos en una situación similar. Las necesidades de un creciente número de personas que recibían alimentos los había llevado a estar cada vez más ocupados en el tema de la distribución de la comida. El trabajo debía ser organizado, las dificultades debían ser superadas y los nuevos desafíos necesitaban ser encausados. No daban abasto con la incesante lista de cosas para hacer. En medio de todo esto, sin embargo, pudieron detenerse para evaluar lo que estaba ocurriendo. Envueltos en un proyecto por demás loable y necesario, estaban desatendiendo su verdadero llamado, que era el de dedicarse a la oración y la Palabra. A nuestros oídos mezquinos, el comentario de los apóstoles suena un tanto elitista. Muchas veces se escucha a personas decir que ellos no deseaban ensuciarse las manos con trabajo que consideraban por debajo de su verdadero lugar dentro de la congregación.

Nada podía estar más lejos de la verdad. Los apóstoles no estaban diciendo que servir las mesas era un trabajo poco digno de sus habilidades. Lo que estaban diciendo es que ellos estaban siendo infieles a su llamado por enredarse en cosas a las cuales no habían sido llamados. En medio de la vorágine del ministerio no habían perdido la capacidad de mantener el ojo puestó sobre el objetivo principal de su llamado.

El hecho es que si Dios nos ha llamado a hacer cierta tarea, toda otra actividad -por más santa y noble que sea- es una distracción de nuestra verdadera vocación. En el caso de los apóstoles, había muchos que podían servir las mesas. Probablemente, lo podían hacer con mayor gracia y eficacia que los apóstoles. Pero
las tareas de velar por la congregación y enseñar los principios eternos de la Palabra, no podían ser delegadas a otros, porque habían sido encomendadas a ellos.

La historia identifica uno de los problemas que más frecuentemente enfrenta el pastor: convertirse en una persona que hace de todo, pero no apunta a nada. Enredarse en muchas actividades de la congregación puede llevar a la pérdida del sentido de dirección en el ministerio. La mucha actividad no es necesariamente una señal de que el pueblo está avanzando hacia un objetivo puntual. A veces no es más que la evidencia de que están bien perdidos.

lunes, 27 de febrero de 2012

CONSTRUIR CON SABIDURIA

"Mira que te he puesto en este dia sobre naciones sobre reinos, para arrancar ydestruir, para arruinar derribar, para edificar plantar." Jeremías 1.10

Un gran sector de la Iglesia ha creído que la propuesta del Cristianismo es la de hermosear la vida que poseemos. De esta manera, la persona que llega al arrepentlmlento y  se incorpora a la Iglesia del Señor frecuentemente experimenta modIficacIones muy leves en su vIda. Aun después de muchos años de andar en el camino encontramos que son pocas las cosas que lo dlferencian del hombre de la calle.

La misión que el Señor le da al profeta Jeremías, descrita en términos tan graficos en el texto de hoy, nos muestra que el ministerio involucra un cambio mucho más dramático y profundo de lo que pensamos.  Dios no esta en el negocio de emparchar vldas, de hacerles una reparación mínima para que puedan luego continuar funcionando dentro del reino. Antes de que se pueda producir la tarea de edlficación, debe ser removido todo aquello que no sirve. De esta manera, la tarea del profeta incluía la parte negativa del proceso de reconstrucción, que era la de arrancar, destruir, arruinar y derribar. Nota lo radical y terminante de estos términos. Tu no destruyes ni arruinas aquello que tienes intención  de volver a usar. Tu solamente arrancas y derribaa aquello que ya no te sirve más.

Creo que muchos pastores y lideres se sienten frustrados porque están involucrados en proyectos donde pretenden darle una «lavada de cara» a cosas que, en su esencia, están podridas.  Son muchas las técnicas y metodologías del mundo que hoy nos venden los expertos del crecimiento de la Iglesia, la gran mayoria de las cuales ni siquiera han sido adaptadas a la iglesia, sino simplemente transferidas tal cual existen en el mundo empresarial,  Muchos son los cristianos que quieren retener todas las comodidades y modalidades del mundo, mientras viven una vida predecible e insulsa.  Muchas son las congregaciones que dan testimonio de tener más en común con los ciudadanos de éste mundo que con los del Reino.  Aunque usemos pintura de la más blanca para tornar en presentables estas cosas, su esencia no puede ser redimida.  El único destino adecuado para ellos es el de la destrucción.

Seguramente a esto apuntaba Jesús cuando dijo que «Nadie corta un pedazo de un vestldo nuevo y lo pone en un vestido Viejo, pues sI lo hace, no solamente rompe el nuevo, sino que el remiendo sacado de él no armoniza con el viejo» (Lc 5:36).   El principio que señala es claro, llega un momento en que el vestido Viejo esta tan desgastado que no vale la pena repararlo.  La solución es tirar el vestido Viejo y guardar el paño nuevo para otra cosa.

domingo, 26 de febrero de 2012

CEGADOS POR LA MENTIRA

Dos de ellos iban el mismo dia a una aldea llamada Emaus, que estaba a sesenta estadios de ]erusalen. Y sucedio que, mientras hablaban y discutian entre si, ]esús mismo se acerco y caminaba con ellos.  El les dIJo ¿Que platIcas son estas que teneis entre vosotros mIentras caminais y porqué están tristes? Lucas 24.13, 15, 17.

Cuán grande debe haber sido la sorpresa cuando el Maestro partió el pan y se dieron cuenta de quien era! ¡Qué tremenda alegría de saber que la persona que los habia deslumbrado con su conocimiento de las
Escrituras no era otro que el Mesias. El final tan felIz de este encuentro, sin embargo, se ve eclipsado por el
estado de los dlscípulos antes de que sus OJos fueran abiertos. El relato de Lucas nos dice que caminaban mlentras discutían entre ellos sobre los acontecimientos. Bien podemos Imaginar cómo volvían una y otra vez a mirar la tragedia de la cruz desde todos los ángulos, para tratar de encontrar en ella alguna explicación que hiciera mas llevadero su dolor.   La tristeza se había apoderado de sus corazones con una tenacidad absoluta. Pero ¿por que estaban tristes? Porque creian que Cristo estaba muerto y a la tragedia de su muerte se sumabs ahora un confuso episodio en el cual algunas de las mujeres aseguraban que lo habían visto ¿Cómo podía ser verdad aquello? Todo el mundo habia sido testigo de su crucifixión y posterior sepultura.

La verdad es que Cristo no estaba muerto, ¡estaba VIVO! El les había anunciado que al tercer día volveria a la Vida. Algunas mUjeres ya lo habían visto. Pero las pesadas emociones que experimentaban no les permItían ver la realidad. Estaban atados por una mentira. El poder de esta mentira era tal, que cuando Jesús les comenzó a abrir la Palabra, la verdad no pudo quebrar la fortaleza del engaño. Empezando con
Moises y pasando por todos los profetas, el HIJO de DIOS les explIcó que todo lo que había pasado no era mas que el cumplimiento de las escrituras.  Los discípulos estaban tan desanimados que no podían recibir aquella Palabra que tenía poder para hacerlos libres de la mentIra.

Nuestros pensamientos  tIenen enorme influencia sobre nuestro comportamIento y nuestras emociones. Por esta razon Pablo enseña que las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en DIOS para la destrucclón de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamlento a la obediencia a Cristo» (2 Co 10: 4-5).

Debes ser Implacable con todo pensamiento que no es conforme a la verdad de DIOS.  Tómelo cautivo, denuncielo y póngale las esposas en el nombre de Cristo.  Presentelo delante de su trono. Si le da lugar, lo llevara a usted por el camino de la ceguera donde, aun si se le aparece Jesús en persona, no lo reconocerá.

viernes, 24 de febrero de 2012

LUCHAR CON DIOS

Así se quedó ]acob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Cuando el hombre vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de ]acob mientras con él luchaba. Génesis 32.24-25

Este es uno de esos pasajes que nos resulta por demás extraño. ¿Dios envuelto toda la noche en una lucha cuerpo a cuerpo? ¿Cómo ha de explicarse tan raro evento en el relato de la historia de los patriarcas?
Quizá la historia no es tan extraña como inicialmente parece. Para entenderla, debemos recordar la vida de Jacob. Había nacido hijo de la promesa. Por él pasaba la descendencia de aquellos que iban a ser parte de esa gran nación que le había sido anunciada a Abraham. Por esto, la bendición de Dios reposaba
sobre él aun desde el vientre de su madre. Un rápido vistazo a los acontecimientos de su vida, sin embargo, nos muestran a un hombre que no dudó en echar mano de cuanto artilugio pudiera para conseguir la bendición que Dios le había prometido. Lo vemos envuelto en reiteradas situaciones donde se aprovechó de la debilidad de otros. Lo observamos haciendo trampa, mintiendo, engañando y siendo engañado.
Acumuló una gran fortuna en bienes, pero se hizo de muchos enemigos en el camino, incluyendo el odio visceral de su hermano Esaú, que había jurado matarlo. No es una figura muy inspiradora.

A veces el Señor lleva años queriendo decirnos algo sin poder lograr que le prestemos atención. Su voz es la del «silbido apacible». Pero cuando no hacemos caso, debe adoptar métodos más directos. Este es uno de esos incidentes. En forma muy gráfica Dios le muestra al patriarca lo que había sido su existencia hasta este momento: iuna lucha sin fin por apropiarse de la bendición de Dios! El relato nos dice que el Señor no pudo contra él. De cierto esta no era una puja por dominio físico. Dios podría haberle destruido simplemente con la palabra de su boca. Mas no era la intención del encuentro destruirlo, sino mostrarle lo arduo y cansador que había sido el camino recorrido.

En un sentido muy claro el Señor le está diciendo al patriarca: «toda la vida has estado luchando conmigo, sin darte cuenta que yo estoy de tu lado. ¿Cuándo dejarás de pelear contra mí! Quédate quieto, y déjame que te bendiga de una buena vez)" Lo que más deseaba el Señor era la prosperidad de Jacob, pero no por el camino que éste había escogido.

Muchas veces, como líderes, estamos tan desesperados por asegurarnos la bendición de Dios para nuestros proyectos que echamos mano de todo lo que se nos viene por delante. Trabajamos con una desesperación que revela que creemos que todo depende de nuestro esfuerzo. En ocasiones hasta logramos el avance deseado. Pero cuánto más fácil hubieran sido las cosas si hubiéramos aprendido a unir nuestro trabajo al brazo fuerte de Dios.

martes, 21 de febrero de 2012

ENFRENTAR LA DERROTA

Jehová respondió a Josué: ¡Levántate! ¿Por qué te postras así sobre tu rostro? Josué 7.10

Sospecho que nuestras derrotas son mucho más serias para nosotros que para el Señor. No hemos sido preparados para vivir con el fracaso, pues nuestra cultura demanda que avancemos siempre de victoria en victoria. Cuando, ocasionalmente, experimentamos la derrota en proyectos y situaciones, nuestra autoestima se ve afectada y fácilmente nos envuelve una nube de desánimo y pesimismo.

Los israelitas, eufóricos por el tremendo triunfo que Dios les había concedido sobre la indestructible fortaleza de Jericó, se habían lanzado confiadamente a conquistar un pueblito que no tenía ni la décima parte del tamaño de Jericó. Cuán rápidos somos para adueñarnos de las victorias que nos ha concedido el Señor. Intoxicados por la derrota de Jericó, los israelitas vieron como presa fácil el próximo objetivo militar de la conquista, el pueblo de Hai. Bien conocemos la humillante derrota que sufrieron en ese lugar. Y la
derrota nunca es tan amarga y difícil de digerir como cuando estábamos seguros de que todo iba a ser un mero trámite. Josué se sintió profundamente desilusionado, hasta traicionado. Se tiró en el piso y exclamó con amargura: ¡ Ojalá nos hubiéramos quedado al otro lado del Jordán! (Jos 7.7).

En tiempos de derrota podemos perder mucho tiempo lamentándonos por las decisiones tomadas. No hay duda que es importante aprender de los errores cometidos. Sin embargo, todas las recriminaciones del mundo no pueden deshacer lo que ha ocurrido. Cuandoestamos tumbados, debemos ponernos de pié y resolver lo más rápido posible la situación que nos llevó a caer.

Por esta razón, el Señor le preguntó a Josué: «¿por qué te postras así sobre tu rostro?» (Jos 7.10). Lo animó a levantarse y hacer lo que tenía que hacer: limpiar al pueblo de su pecado. Cuando usted cae, el enemigo quiere que usted se mantenga allí, sintiendo lástima por sí mismo y renegando por la situación que vive. Su Padre celestial, sin embargo, lo quiere otra vez en pie. Si hay cosas que confesar, confiéselas. Si hay personas que enfrentar, enfréntelas. Si hay situaciones que corregir, corríjalas. Pero no pierda mucho tiempo lamentándose por los acontecimientos que le han tocado vivir.

"Cometemos errores -muchos de ellos; pecamos, nos caemos, y con frecuencia- pero cada vez nos levantamos de nuevo comenzamos otra vez... Y una vez más nuestra insolencia yobsesión con nosotros mismos nos derrota. No importa. Confesarnos comenzamos de nuevo... y de nuevo... y de nuevo».

lunes, 13 de febrero de 2012

LOS 20 SEGUNDOS MAS IMPORTANTES DE SU VIDA

La mayoría de nosotros estaríamos de acuerdo en que tener un seguro médico es una buena idea. Si el
hacer planes financieros en cuanto a la posibilidad de una enfermedad es prudente, mucho más importante
es, entonces, hacer preparativos para una circunstancia futura segura que tiene implicaciones eternas: nuestra partida de este mundo.

Hebreos 9:27 enseña que “está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio”. Dicho de otra manera, después de nuestra muerte estaremos en un estado consciente, pasando la eternidad en la bendita presencia de Dios o separados de Él en un lugar de castigo eterno (Mateo 25:46). No hay ni un solo versículo de la Biblia que diga que habrá una segunda oportunidad después de nuestra muerte; la verdad es que, durante esta vida, cada persona decide su destino eterno. La única condición para ser salvo es que la persona haya creído en Jesús como su Salvador personal.

Piense en lo que significa llegar al final de esta vida de repente, sin ninguna oportunidad en ese momento para tomar la decisión de poner la fe en Cristo. Imagine lo que es tener que enfrentar una eternidad sin Dios, en un lugar de tormento, donde su mejor día es incomparablemente peor que su peor día en la tierra. ¡Qué no daría usted por ser capaz de cambiar su destino eterno!

La buena noticia es que usted puede tomar esa decisión ahora mismo y elegir la senda de la vida que le conducirá a la presencia de Dios, donde experimentará “plenitud de gozo [y]… delicias para siempre” (Salmo 16:11). Lo único que tiene que hacer es esto: reconocer delante de Dios que ha vivido una vida de pecado, y confesar su dolor por sus faltas. Dígale que sabe que el Señor Jesucristo murió en la cruz para pagar totalmente su deuda de pecado; que fue sepultado; y que resucitó. Pídale a Dios que perdone sus pecados, y reciba por fe a Cristo como su Salvador personal.

Leer estas palabras no le tomó más de 20 segundos. Si usted estuvo de acuerdo con este breve mensaje y creyó en Jesús como su Salvador, entonces, en menos de un minuto cambió su destino eterno. Muchas personas postergan esta decisión supremamente importante, creyendo que podrán hacer la decisión “algún día”, pero no hay ninguna garantía de cuánto tiempo más viviremos o en qué condición mental estaremos. Lo más lógico es, entonces, recibir el “seguro de vida eterna”, el regalo de Pascua de Resurrección que nos hace Dios a todos nosotros.

domingo, 12 de febrero de 2012

CUIDAR A NUESTRA GENTE

Al regresar los apóstoles, le contaron todo lo que habían hecho. tomándolos, se retiró aparte, a un lugar desierto de la ciudad llamada Betsaida. - Lucas 9.10 -

De esta manera terminó el primer viaje ministerial que hicieron los apóstoles. Volvieron llenos de anécdotas de las aventuras vividas. Traían nuevas inquietudes acerca de las cosas que no habían sabido manejar
correctamente. El Maestro se tomó un tiempo para escucharlos y luego los apartó hacia un lugar tranquilo.
Es en esta decisión que vemos reflejado otro aspecto del corazón pastoral del Mesías. Jesús conocía bien el desgaste que produce el ministerio en la persona que está ministrando. Las demandas incesantes, la intensa concentración, la fuga de energías, la euforia de ver obrar al Señor; todo es parte del paquete que llamamos ministerio. Y tiene sus efectos sobre los que están sirviendo al pueblo. El obrero que está constantemente ministrando, pero que no posee los mecanismos necesarios para renovar sus fuerzas, termina en un estado de profundo agotamiento.  Su ministerio va a volverse pesado y su corazón va a llenarse de frustraciones, porque va a sentir que la tarea es cada vez más difícil de llevar adelante. Necesita de períodos de descanso y recuperación para poder seguir ministrando en el Espíritu, y no en la carne. Por esta razón, los apartó a un
lugar tranquilo, para que pudieran recuperarse de la experiencia.

Una de nuestras prioridades,  es velar por el bienestar de la gente que Dios coloca a caminar con nosotros. Ellos no tienen la trayectoria ni la experiencia que nosotros tenemos. No conocen sus limitaciones y tienden a meterse en más proyectos de lo que es saludable. Pero nosotros sí conocemos estas dimensiones de la vida ministerial, y hemos sido llamados a protegerlos a ellos de sí mismos. Es triste ver que muchos obreros están completamente desgastados por las implacables demandas de sus pastores. Se les ha enseñado que cualquier señal de fatiga es poco espiritual y que deben estar incondicionalmente dispuestos a asumir la responsabilidad de todo lo qüe sus líderes les pongan por delante. Y como si esto fuera poca cosa, frecuentemente conviven con pocas expresiones de afecto o apreciación por parte de sus pastores.
No siga usted este ejemplo. Valore el trabajo de los que están sirviendo a la par suya. Sus obreros son uno de sus recursos más preciosos. Un obrero feliz se reproduce en un ministerio pleno y fructífero. Pero un obrero triste solamente contagia a los demás su amargura.

Sea, pues, generoso en expresarle gratitud a sus obreros. Vele por la salud emocional y espiritual de ellos. Demuestre interés en lo que están haciendo y anímelos a seguir adelante. Apóyelos en todo lo qüe hacen. Cada uno de esos obreros le está aliviando la tarea a usted, y eso no es poca cosa.

martes, 7 de febrero de 2012

SEGUROS EN EL

Pero slevanto una gran tempestad de viento que echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. El estaba en la popa, durmIendo sobre un cabezal. Marcos 4.37·38

¡Cómo no entender la indignación de los discípulos!  Imagínese por un momento la escena.  Una violenta tempestad arreciaba por todos lados. El Viento aullaba y las olas castigaban ferozmente el bote. Los
discípulos, empapados por la espuma del mar y el agua que se metía con insistencia en el fondo de la embarcación, luchaban con desesperación para no hundirse. Y él, ¿dónde estaba? En la popa, durmiendo. ¿Cómo evitar la conclusión de que a él no le interesaba sus vidas?

¿Por qué dormía el Maestro? Seguramente dormía, en parte, porque sencillamente estaba agotado, pues había pasado el día entero enseñando a las multitudes. Sospecho, sin embargo, que su despreocupación tiene otro origen. Las instrucciones de cruzar el lago las había dado él mismo. Podemos decir con toda
confianza, no obstante, que estas instrucciones no habian sido por ocurrencia propia. En Juan 5:30 él dijo: «No puedo yo hacer nada por mí mismo».  Y en el 6:38 del mismo evangelio aclaró «He descendldo del Clelo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió» No estabamos errados, entonces,
en afirmar que las órdenes de cruzar el mar las recibio del Padre.

Es en este detalle que podemos encontrar la razon de la postura de Jesús en medio de la tormenta.  El Hijo de Dios no estaba preocupado porque sabia que el Padre se encargaría de que llegasen al otro lado, después de todo la idea de cruzar no habla sido de él.   Su despreocupación tenía que ver con esa profunda convicción de que había uno mayor que él que velaba por su bienestar.  Si Dios había mandado que cruzaran al otro lado, ¿quién lo podía impedir?

Como hijos de Dios, necesitamos tener ese espíritu reposado de quienes saben hacia donde se dirigen.  ¿No sería maravilloso que el mismo contraste entre Jesús y los discípulos fuera el que existe entre Ia iglesia y la atribulada sociedad de hoy!

Pero, para eso, necesitamos hombre y mujeres que saben hacia donde se dirigen, y por qué van hacia ese lugar.  Al Igual que Moisés, cuando el pueblo llegó al Mar Rojo y fue presa del pánico, necesitamos poder decirle a nuestra gente «No temáis, estad firmes, y ved la salvación que Jehová os dará hoy, porque los egipcios que hoy habéis visto, no los volveréis a ver nunca mas Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaris tranquilos». (Ex 14:13-14)

Esta actitud de confianza y paz solamente la podrás tener si estás absolutamente seguro de lo que está haciendo. Y la única manera de estar seguro de lo que está haciendo es buscando la voluntad de Aquel a quien sirve.
SI tú estás caminando en las obras que él preparó de antemano para que anduvieses en ellas (Efesios 2:10), entonces, ¡no hay tormenta que pueda pararlo! Avanza tranquilo, que Dios está en contigo!

lunes, 6 de febrero de 2012

UN PROCESO MISTERIOSO

Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. Romanos 12.15

Las lágrimas nos incomodan. Cuando vemos a alguien llorando no sabernos bien qué hacer. Comenzamos a buscar en nuestra mente alguna frase que ayude o anime a la persona, o por lo menos que haga que deje de llorar. Seguramente se debe, al menos en parte, a que muchos hemos crecido en ambientes en los cuales no era aceptable llorar. De diferentes formas se nos insinuó que las lágrimas no se ven bien en los verdaderos ganadores de este mundo. Las lágrimas, sin embargo, son una forma visible de mostrar compasión.

Jesús lloró. Lloró en la tumba de Lázaro. Lloró cuando vio el estado espiritual de Jerusalén. Según Hebreos, fue oído en Getsemaní porque ofreció «ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas» (5.7). Su ternura marca un fuerte contraste con la actitud de los pastores de Israel. La denuncia de Ezequie! constituye uno de los pasajes más duros que las Escrituras dirigen a los que ocupan puestos de responsabilidad: «No
fortalecisteis a las débiles ni curasteis a la enferma; no vendasteis la perniquebrada ni volvisteis al redil a la descarriada ni buscasteis a la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia» (34.4).

Vemos entonces, que el tema de la compasión es un asunto serio para aquellos que hemos sido llamados por Dios. Sin embargo, cuando nos encontramos con personas quebrantadas no podemos resistirnos a la tentación de decir algo, de ofrecer algún consejo, de citarle a la persona e! texto de Romanos 8.28. Tenemos una inamovible convicción de que lo que la persona está buscando es la solución a sus problemas.

Si bien es importante ayudar, la exhortación de Pablo nos orienta hacia algo mucho más sencillo e infinitamente más efectivo que las palabras. No nos dice que aconsejemos al que está llorando. Nos manda a que lloremos con esa persona. Ni más ni menos que eso.

Esto no necesariamente significa que usted debe derramar lágrimas visibles para cumplir con la Palabra. Pero sí necesita demostrar que su corazón está quebrado por aquello que ha quebrado el corazón de la otra persona. En el momento de crisis, la otra persona no necesita consejos. Lo que necesita es el consuelo de saber que hay otros que la entienden, que su dolor es percibido por aquellos que están a su alrededor. Esta identificación con el que está dolido, tiene más poder terapéutico que todas las palabras de sabiduría que puedan decirse en e! momento de angustia, pues abre un camino para que el Espíritu de Dios fluya a través de su persona hacia e! corazón del que ha sido golpeado.

El tiempo le proveerá la oportunidad de orientar y aconsejar. Pero no pierda la ocasión de hacerse uno con el que está sufriendo. Dios hará grandes cosas en la vida del otro, pero también le tocará profundamente a usted. ¡Qué las lágrimas sean una de las marcas que lo caracterizan como hijo del Rey!

domingo, 5 de febrero de 2012

UN ARMA DE DOBLE FILO

Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Pedro le dijo: Aunque tenga que morir contigo, no te negaré. Ytodos los discípulos dijeron lo mismo. Mateo 26.34-35

Qué lindo es ver a una persona que tiene entusiasmo por lo que cree, que comparte con pasión sus convicciones y ministerio. No podemos evitar ser movidos por el fervor de sus palabras, contagiados por lo infeccioso de sus actitudes. Nos hace bien estar alrededor de esta clase de personas. ¡Pedro era un hombre que llevaba la vida con pasión! Fue él quien se atrevió a caminar sobre el agua. No se dio cuenta de lo que estaba haciendo hasta que vio las olas a su alrededor. El fue el que con entusiasmo sugirió hacer unas enramadas en el monte de la Transfiguración, aunque la Palabra nos dice que no sabía lo que decía (Mc 9.6). Ante las preguntas del Maestro a los discípulos, era Pedro el que siempre tenía la primera respuesta.

El entusiasmo es una cualidad importante en un líder. ¿Cómo vamos a motivar a nuestra gente si nuestras palabras y comportamientos comunican poca convicción o, peor aún, indiferencia? Sin duda la pasión juega un rol fundamental en el impacto que tenemos sobre la vida de otros. Pero debemos saber esto: nuestro entusiasmo puede ser también peligroso. En ocasiones nuestra pasión puede ser tan intensa que ni el Señor puede disuadirnos, de lo que queremos hacer. ¡Pedro amaba tanto al Señor! Deseaba con desesperación
demostrar la profundidad de su compromiso. Con fervor proclamó que jamás le daría la espalda, aunque todos lo hicieran. Cristo intentó dos veces hablar la verdad a su corazón, pero su pasión era tan intensa que ya no estaba abierto a recibir advertencias de nadie, ni siquiera del propio Hijo de Dios.

Condimenta con mucho entusiasmo todo lo que haces como líder. ¡Celebra que tu eres parte de una obra que ha nacido en el corazón mismo de Dios! Pero no olvides que tu pasión no siempre es producto de la obra del Espíritu. Existen pasiones que son de la carne, y pueden conducirnos hacia el desastre. En Romanos, Pablo habla con tristeza acerca de los israelitas, diciendo: «yo soy testigo de que tlenen celo de Dios, pero no confórme al verdadero conocimiento» (10.2). ¿Quién podía mejor que él testificar de esto?
En su juventud había perseguido con fanatismo a la iglesia por «amor» al nombre de Dios.

Qué importante es la pasión. Qué cuidado debemos tener con ella. No seas una persona insulsa. Haz que la pasión sea una de las marcas que te caracterizan como líder. Pero no confíes a ciegas en el camino por el cual te quiere conducir tu pasión. Podrías acabar haciendo aquello que jamás te hubieras imaginado: negar al Señor.

viernes, 3 de febrero de 2012

LA BENDICION DE SER AUTENTICO

"Saúl vistió a David con sus ropas, puso sobre su cabeza un casco de bronce lo cubrió con una coraza. Ciñó David la espada sobre sus vestidos probó a andar, porque nunca había hecho la prueba. Ydijo David a Saúl: No puedo andar con esto, pues nunca lo practiqué. Entonces David se quitó aquellas cosas."  1 Samuel 17.38-39

Un mal que frecuentemente vemos en nuestras iglesias es la tendencia a la imitación. Un evangelista conocido golpea su Biblia y camina por la plataforma durante sus predicaciones, y seguramente veremos la
aparición de otros evangelistas que golpean sus Biblias y caminan de la misma forma. Un músico de renombre usa ciertas frases para motivar al pueblo, y al poco tiempo encontramos que las mismas frases se repiten donde quiera que vayamos. Un famoso pastor viste un traje blanco con zapatos negros, y pronto
nos vemos rodeados de predicadores con trajes blancos y zapatos negros. Lo que revela este fenómeno es nuestra tendencia a creer que la bendición de Dios está en las formas, y no en la persona que está detrás del
ministerio. Creemos que atrapar las manifestaciones externas asegura la bendición que ha acompañado el ministerio del otro.

Cuando David se ofreció para enfrentar a Goliat, Saúl se mostró escéptico: «tú eres un muchacho, mientras que él es un hombre de guerra desde su juventud». El hijo de Isaí, sin embargo, estaba decidido a proseguir con su cometido. Frente a su insistencia, el rey decidió prestarle su equipo de guerra. Quizás por respeto, e! joven pastor de ovejas se colocó la pesada armadura y empuñó la espada, pero encontró que eran demasiado incómodas como para serle útiles. Optó entonces por las herramientas que utilizaba todos los días, el cayado y la honda.

Existe un principio importante detrás de este incidente. Si el Señor va a usar a una persona, será con las habilidades que Dios le ha dado y no con las habilidades que le ha dado a otros. La iglesia no necesita de réplicas. Necesita de hombres y mujeres que sean fieles con lo que han recibido. Si usted se esfuerza por ser lo que no es, nadie podrá reemplazar el lugar que usted deja vacío. Dios lo capacitó a usted para ocupar ese lugar. No se avergüence de ser lo que es, ni de las herramientas que tiene a mano. Quizás no sean tan
impresionantes como las que otros tienen, pero son las herramientas que le han sido útiles en el pasado.

No pida disculpas por ser de la manera que es. La bendición de! Señor descansa sobre su vida cuando usted es genuinamente lo que Dios le ha mandado a ser. Ninguna imitación podrá ser tan buena como el original.
Levante la frente y avance confiado. ¡Dios está con usted!

jueves, 2 de febrero de 2012

LA FUERZA DEL GOZO

"No os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza." -Nehemías 8.10-

El camino hacia la reconstrucción de los muros de Jerusalén había estado repleto de obstáculos. El pueblo tuvo que luchar con rumores, con divisiones, con oposición y con fatiga. En más de una ocasión habían
sentido el fuerte deseo de desistir de la tarea que tenían por delante, la tentación de «tirar la toalla».
Un panorama tan duro es más que propicio para el desánimo, tierra fértil para que el agobio se instale en nuestros corazones y andemos con el semblante triste y abatido. Estas son las respuestas normales del alma a situaciones donde la adversidad parece no tener fin. Jesús mismo, frente a la inminencia de la cruz,
comenzó a entristecerse y a angustiarse, confesando: «Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo» (Mt 26.37).

El líder sabio no se engaña a sí mismo en cuanto a sus verdaderos sentimientos. Sin embargo, sabe que estos sentimientos deben ser tratados inmediatamente para no afectar su vida espiritual. Jesús no perdió tiempo en convocar a sus tres amigos para que le acompañaran mientras oraba. Sabía que la tristeza que se instala en forma permanente en nuestras vidas afecta profundamente la manera en que vemos y hacemos las cosas. Nos lleva a actitudes negativas y de desesperanza; nos invita a que dejemos de luchar, porque comenzamos a creer que nuestra situación no tiene arreglo. Nos conduce indefectiblemente hacia el camino de la depresión, porque nadie puede vivir en forma indefinida con falta de esperanza. El hombre desanimado ya está derrotado, porque ha perdido la voluntad de seguir peleando.

Jesús, al igual que Nehemías, sabía que era esencial reavivar el gozo, que es la fortaleza del hombre espiritual. Su agonía en Getsemaní no terminó hasta que lo había recuperado. Debidamente fortalecido «por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz» (Heb 12.2). Este tipo de gozo no es un sentimiento sino una
convicción cspiritual. Las circunstancias pucden ser adversas cn extremo, pero el gozo viene cuando conseguimos sacar nuestros ojos de las cosas que se ven, y ponerlos firmemente en las cosas que no se ven (2 Ca 4.18).

El líder cuyo corazón está lleno de gozo realmente es imbatible, porque su vida está firmemente anclada en las realidades eternas del reino, y no en las temporales de este mundo. Tiene una convicción inamovible de que hay un Dios que reina soberano sobre todas las cosas, y que la especialidad de ese Dios es utilizar la adversidad y la derrota para traer bendición a su pueblo.

No permita que la crisis lo entristezca. Si es necesario, derrame su alma delante de Dios, como Cristo en Getsemaní. Pase lo que pase, recupere el gozo de ser parte de los que vencen. El pueblo que está con usted necesita ver a una persona que no le tiene miedo a las dificultades, porque sabe que nuestro Padre celestial siempre tiene la palabra final en todas las circunstancias.

miércoles, 1 de febrero de 2012

PREPARADOS PARA TODA CIRCUNSTANCIA

"y les dijo: Este género con naDa puede salir, sino con oración y ayuno". Marcos 9.29

No sabemos qué es lo que produjo mayor frustración en los discípulos: El hecho de que no habían podido sanar al epiléptico, o la explicación que Jesús les dio acerca de por qué no pudieron hacerlo. No ha de sorprendernos que los discípulos se sintieran un tanto mortificados. En lugar de encontrar la salida para e! muchacho, se habían enredado en una discusión con los fariseos. Cuando Jesús llegó, se ocupó del muchacho con una sencillez y autoridad que marcaba un dramático contraste con la inseguridad de los discípulos. iDe seguro que se sintieron avergonzados por su falta de efectividad y esto los llevó a pedir una explicación!

La respuesta de! Maestro, sin embargo, no esclarecía mucho e! panorama. ¿Por qué él dijo que era necesario orar (y ayunar, según algunos manuscritos antiguos)! La verdad es que él no oró ni ayunó en esta ocasión. Simplemente indagó un poco sobre e! historial del muchacho y luego expulsó e! demonio. ¡Así de fácil! ¡Cómo podía, entonces, señalar la oracíón y el ayuno como el «secreto» del éxito logrado? ¿Se refería, acaso, a que los discípulos debían orar, aunque él no lo había hecho, porque ellos no tenían la autoridad que él tenía? La verdad es que quiza no  fuera esta su intención.

El comentario de Jesús indica que la oración debe ser una parte fundamental del armamento que el siervo de Dios utiliza para enfrentar el mal. Pero el momento para echar mano a Ia oración no es cuando la batalla ya está librada. No podemos detenernos para afilar nuestra espada cuando tenemos al enemigo encima nuestro. Cuando llega la situación que requiere de una enérgica y rápida intervención, el siervo de Dios debe actuar. El momento para orar, en cambio, es antes de la batalla.

Solamente por medio de la oración podrá obtener la sabiduría y la autoridad necesarias para ser efectivo. Seguramente esta es una de las razones por las que Jesús frecuentemente se apartaba a lugares solitarios para orar. En esta ocasión, Jesús venía del monte de la Transfiguración, donde había participado de una singular experiencia con el Padre. Sus sentidos espirituales estaban agudizados. En un sentido, cuando bajó al llano, él ya venía «orado», de modo que cuando se presentó la oportunidad de ministrar, pudo intervenir en forma decisiva.

Esta ha sido, también, la característica de todo ministerio efectivo a lo largo de la historia del pueblo de Dios. Quienes han dirigido estos ministerios siempre se han caracterizado por ser personas con vidas de oración bien desarrolladas. Así también debe ser entre nosotros. Constantemente nos enfrentamos a situaciones ministeriales imprevistas. Muchas de ellas no nos dan tiempo para prepararnos. Más bien, debemos actuar en ese mismo instante. ¿Cómo no aprovechar, entonces, los tiempos de quietud y silencio para cultivar esa vida espiritual que marcará la diferencia a la hora de actuar? ¡Si aspiramos a derrotar al enemigo, debemos mantener siempre afiladas nuestras espadas!